Esa gente que sueña remando

Muy cerca está Eton y su tradicional colegio para alumnos pupilos, que pagan un promedio de unos 37 mil dólares anuales para estudiar en las mismas aulas en las que se formaron 19 primeros ministros además de príncipes y héroes militares británicos; y también se ubica Windsor y su mundialmente famoso castillo, en el que la reina Isabel II suele pasar los fines de semana. En el medio de todo un paisaje típicamente británico, el verde bien intenso es cortado por el espejo de agua del lago Dorney, cuyo desarrollo fue justamente financiado por Eton con una inversión de 17 millones de libras, unos 26.500.000 dólares. Y allí, en el mismo escenario que ya fue sede de una etapa de la Copa del Mundo en 2005 y de los Mundiales de mayores y junior de 2006 y 2011, respectivamente, surgen los sueños de 10 remeros argentinos que no ven la hora de ser olímpicos en Londres.

El seleccionado nacional, al mando de Gustavo Pacheco, llegó a esta ciudad el lunes luego de una semana de entrenamientos en Hanley. Ya en Dorney se encontró con una cancha espectacular aunque con un gran enemigo: el viento. Entonces las ilusiones empezaron a volar aunque... “Argentina demostró en Guadalajara que es una potencia a nivel panamericano, pero ésto será diferente”, avisa Pacheco.

Aquí trajimos dos botes con chances de ser finalistas y si nos vamos con ellos dos entre los seis mejores estaremos muy contentos”. Lejos de repetir alguna de las cuatro medallas olímpicas que tiene el remo nacional, con esa introducción las chances mayores estarán en el doble de Cristian Rosso y Ariel Suárez y en el dos sin timonel de María Laura Abalo y María Gabriela Best, la única con experiencia olímpica ya que fue 16ª en el single de Beijing 2008.

“Lo bueno es que esos dos botes se clasificaron en torneos muy fuertes como lo son el Mundial y la Copa del Mundo. Hay que recordar que un país líder como España, por ejemplo, no tendrá ningún remero acá mientras nosotros metimos seis botes. Eso también es muy importante”, destaca el técnico.

Abalo dice de su primera experiencia olímpica: “La verdad es que el primer día que salimos a la pista estaba muy nerviosa. Todo esto es nuevo para mí y me costó un poco soltarme aunque ahora, con Gaby, estamos puliendo los detalles para dar lo mejor en cada regata”.

-El remo tiene su propia Villa Olímpica que está en un campus universitario. ¿Te hubiera gustado alojarte en la villa principal de los Juegos? -Seguro. Pero además los chicos del doble pesado, Lucía Palermo, el “Pollo” Fernández y nosotras dos nos vamos a perder el desfile y la ceremonia porque tendremos que correr al día siguiente. ¡Me quiero morir! Igualmente, con Gaby ya decidimos que una vez que terminemos de competir nos vamos a mudar a la villa para estar con el resto de los atletas argentinos y disfrutar más de cerca el espíritu olímpico.

Santiago Fernández es la contracara de Abalo. Introvertido y sereno, a los 35 años sabe de qué se trata un Juego Olímpico porque ya estuvo en Atlanta, Atenas y Beijing. El de Londres, ¿será el último? “No lo sé. Mientras siga teniendo nivel de Selección seguiré. Si me preguntabas en Beijing, hubiera contestado lo mismo”, responde.

-En Atenas quedaste cuarto, a un paso del bronce, y en Beijing te superó la presión. ¿Cómo estás ahora para el single? -Mucho más tranquilo que en Beijing, donde era candidato. Disfruto pero sin presiones y mi objetivo es dar físicamente lo mejor. No busco una posición; sólo quiero hacer los 2 mil metros a fondo.

Rosso toma la palabra. Y habla de un objetivo: “Lo que nos habíamos propuesto con Ariel el año pasado, después de clasificar, era mejorar algunos puestos para este año para tratar de entrar a una final”.

-¿Y qué tan lejos está esa meta? -Hace unos meses creíamos que era difícil, que entrenando podíamos llegar, pero no sabíamos cómo iba a resultar todo y queríamos ver cómo estábamos en la Copa del Mundo. Y en una Copa del Mundo estuvimos en una final, en otras dos estuvimos muy cerca y siempre fuimos mejorando. El nivel está muy parejo, pero nosotros fuimos regulares y hoy por hoy nos damos cuenta que el objetivo es posible.

Las ocho medallas de los Panamericanos de Guadalajara significaron un renacimiento del remo argentino. Pero no pueden ser un horizonte cuando la competencia está a punto de ser olímpica. En Dorney la historia será diferente aunque los sueños sean los mismos.