Rodrigo De Paul, enganche natural, pidió usar la camiseta número diez, la misma que nadie utiliza desde que se fue Gio Moreno. Humilde, el talento les pidió permiso a Zubeldía y al capitán Saja. Un valiente.
Está doblada en algún lugar de la utilería. Allí descansa. Sobre una balanza, esa camiseta pesaría como las demás porque la tela es la misma, pero cuentan los protagonistas que el número que lleva en el dorso representa la carga de una tonelada sobre las espaldas. No es para cualquiera. Les calza bien a los talentosos, los guapos, los que tienen carácter. En Racing la usó un tal Rubén Paz, que un poquito sabía con la pelota y tenía unos cojones importantes. Rodrigo De Paul apenas lleva 20 partidos en Primera (dos goles), no tiene la trayectoria del uruguayo ni es ídolo del club. Sin embargo, a los de 19 años no vaciló en intentar cumplir con un sueño: enfundarse en la camiseta 10 de Racing en la próxima temporada.
Rodri no se quedó esperando de brazos cruzados que algún día le tocara esa casaca tan preciada, que distingue a una raza de jugadores en extinción, como son los enganches. El pibe fue al frente. Al igual que cuando se para ante los defensores rivales, encaró a Luis Zubeldía durante la actual pretemporada y planteó sus ganas. “Como está libre, me gustaría usar la 10”, le manifestó. El técnico lo escuchó atentamente y lo mandó a que le comunicara su anhelo a Sebastián Saja, el capitán.
El arquero, de gran liderazgo en el plantel, no sólo que le subió el pulgar, sino que además lo tomó como una demostración de carácter. “¡Me gustó su actitud porque quiere decir que tiene personalidad! Eso sí, le dije que hay que saber llevar ese número, je”, le contó el Chino a Olé . En tono más serio, agregó: “Creo que De Paul cuenta con las condiciones suficientes para vestir esa camiseta”.
En las Inferiores, el chico jugó siempre con la 10 y no quiso dejar pasar la chance inmejorable de recuperarla ahora que está vacante. El último jugador de la Academia que la vistió fue Giovanni Moreno y, a partir de ahí, entró en un letargo.
De buen pie y panorama, el juvenil se destacó en las categorías menores como enlace clásico, pero Zubeldía lo corrió hacia los costados por su dinámica. “Hace 11 años que juego acá. Empecé cuando el club no tenía agua caliente. Trabajé duro para llegar a Primera”, contó De Paul, a poco de ser promovido por el entrenador. Hoy es un integrante de fuste de ese piberío que potencia el espíritu ofensivo de la Academia y que entusiasma a todos. Previo a explotar en Primera, para la gente del club que trabaja en el semillero hablar de De Paul era sinónimo de talento. En aquel entonces comparaban su manejo con el de Luis Fariña, recientemente transferido al Benfica.
Ya no estarán juntos, aunque en un futuro inmediato, cuando hable con Luigi por teléfono, le contará que será el nuevo 10 de Racing. Con todo lo que eso significa. El pibe 10 es de la casa.